Presentación


(A continuación viene una larga, tediosa e innecesaria explicación de cuál fue el origen de J.J. Sefton, y los rincones por los que ha ido dando tumbos. Quien quiera saltársela y pasar a leer el caso ya publicado, tiene a la derecha un bonito menú con los capítulos. Es MUY aconsejable usar ese menú, en lugar de navegar por el blog con los habituales "Entradas anteriores" y "posteriores". Si te decides a leer la explicación, probablemente creerás que todos estos avatares han tenido que dar lugar a una obra profunda y de alcance. Qué pena que no pueda hacerte una foto de la cara que se te va a quedar cuando leas el primer capítulo...)

"La noche era fría y oscura." Es muy probable que fuese así, esa noche en que se me ocurrió regalarle a mi hermano un stand-up* de Humphrey Bogart. Es una especie de tradición familiar. Él me regala una taza de café y yo a él cualquier cosa absolutamente inútil que asocie con la idea de "tío elegante, un poco chapado a la antigua y con ciertas ganas de autoparodia". Como se ve, no es moco de pavo.

(Cuando toca regalarle algo a mi madre ambos tomamos sendos aviones hacia las Bahamas y huímos de la responsabilidad. Cuando el dinero se acaba o las demandas de paternidad se acumulan cogemos un avión de vuelta hasta el siguiente cumpleaños materno.)

Pero estábamos en el stand-up de Bogart. Un regalo perfecto cuya búsqueda se complicó tanto que dio para crear un personaje que, al estilo de la novela negra, indagaba acerca del paradero de un lote de ese producto. Eso dio lugar a una obra inconclusa, que se repartió por mail a amigos y conocidos de una lista de correo: "El caso de los Bogarts desaparecidos". La obra quedó inconclusa porque finalmente di con el regalo de marras. Es cuando la realidad frustra las aspiraciones de la gran obra que podía haber sido.

Con el standup de Bogart convenientemente instalado en casa de mi hermano, sin embargo, resultó que ya le había cogido cariño al personaje de J.J. y me planteé escribir más casos de este tipejo. Con toda mi buena voluntad incluso comencé un blog, que no es éste. La escasa afluencia de público, y que uno es de natural inconstante, acabaron dando al traste con el proyecto después de tres vibrantes e intensos capítulos.

Yo, que aparte de ser aficionado al cine negro, tengo arrebatos de western, decidí cargarme el blog enterito, como un John Wayne cualquiera rematando a un caballo cojo.

Pero ahí estaban esos tres primeros capítulos. Bastante tiempo después, andaba yo frecuentando un foro llamado debatalia, cuando se me ocurrió la idea de publicar allí lo escrito e intentar continuar con el caso, espoleado por las respuestas de los foreros, si las hubiera. Las hubo, y fueron positivas. Eso significa que gustó a algunos, que no se cortaron en expresarlo y también que aquellos a los que les pareció una chorrada tuvieron la delicadeza de no pronunciarse. Muchas gracias a los primeros y a los segundos.

Y en estas estábamos, avanzando capítulo a capítulo, cuando de repente, se acabó el gas. Los foreros de debatalia, que me hacían el honor de seguir las andanzas de J.J., se quedaron colgados en el último tercio, sin saber cómo se solucionaba el caso y lo que es más importante, si J.J. se conseguía encamar a Marta o no. (Más importante para mí, para vosotros no sé...)

En lugar de hacer lo propio, que sería haberme echado de allí a patadas, los debatalios fueron pacientes, y al poco, acabaron olvidándose de ello, mientras el post de J.J. caía irremisiblemente en la lista de post recientes.

Me fui de vacaciones, lo cual supuso no conectar por unos días. A la vuelta me prometí no volver a debatalia hasta que hubiese terminado el caso de J.J. Y damas y caballeros, debatalios todos, interneteros en general, gente que tiene en la otra ventana toneladas de porno esperando a ser consumido, aquí está, para bien o para mal.

Gracias a todos por la atención y por la paciencia, sobre todo por la paciencia silenciosa, que es muy muy apreciada por este irritable ser humano que soy yo.

El alter ego de J.J. Sefton.


* Un standup es una figura plana recortada en cartón, que se sostiene de pie, generalmente de tamaño natural. Como aviso a navegantes, he de decir que las personas con corazón débil se arriesgan a visitar el hospital en los primeros días de estancia del artefacto en su hogar. Al principio te das unos sustos de muerte.

* * A la derecha hay unos simbolitos y una explicación un poco críptica, de parte de Creative Commons. Lo que viene a decir es que si no hay ánimo de lucro, se puede reproducir estos textos donde quieras, citando autor y el blog de donde se ha cogido. (Aun siendo así, se agradece un mail avisando. Por poner subidas en esa montaña rusa que es el ego de un treintañero calvo). Y que si hay ánimo de lucro, te pongas en contacto en la dirección de mail que hay por aquí a la derecha y vayas preparando una buena cantidad de bolsas de pipas.